La cifra de muertos en Gaza a causa de los bombardeos e incursiones de Israel roza ya los 20.000, de los cuales, más de 10.000 serían mujeres y menores, entre ellos varios miles de niños. Pero ha tenido que ser la muerte de tres rehenes israelíes de Hamás semidesnudos —para mostrar que no iban armados— y enarbolando una bandera blanca en señal de rendición, a manos de los soldados que tenían como misión rescatarlos con vida, lo que ha desatado las críticas internas al Gobierno de Benjamín Netanyahu. También a su aplastante operación militar contra Hamás desplegada desde el pasado 7 de octubre, cuando milicianos de esa organización islamista mataron a cerca de 1.200 personas en territorio israelí y secuestraron a otras 200. Además del nuevo frente interno, sobre el primer ministro se cierne una creciente presión internacional de actores como EE UU, Reino Unido, Alemania o Francia, que reclaman el final del operativo a gran escala o “un alto el fuego sostenible”.
La actuación de las tropas, que abatieron por error a los cautivos mientras les suplicaban ayuda —a uno de ellos, incluso, lo persiguieron hasta acabar con él— ha conmocionado a la sociedad israelí que ha visto cómo el peligro que corren los secuestrados al estar en manos de Hamás, a quien el Gobierno israelí compara a diario con el ISIS, no es el único. El riesgo de que sean las Fuerzas de Defensa Israelíes las que acaben con las vidas del centenar que todavía permanecen en la Franja aparece tras este episodio ante el público israelí como una posibilidad cierta.
El suceso provocó el sábado decenas de manifestaciones por todo Israel. Al frente de las protestas se encuentran los familiares de los retenidos, que reclaman la negociación de una tregua que permita un nuevo intercambio de rehenes por prisioneros palestinos como el que se produjo durante el paréntesis que acabó el pasado 1 de diciembre, cuando 105 rehenes fueron liberados a cambio de 240 presos palestinos.
“Hace 10 días me reuní con el gabinete de guerra y les dije todos temíamos que los rehenes pudieran resultar heridos durante los combates; desgraciadamente tenía razón”, dijo el sábado Rez Ben Hami, secuestrado en el kibutz Beeri y liberado durante la última tregua, en conversación con las familias. “Si el [anterior] acuerdo se hubiera retrasado una semana, yo no estaría aquí”, añadió. “Cada día, cada hora, cada minuto, es crítico. Israel tiene que llegar ya a otro acuerdo para liberar prisioneros a cambio de secuestrados. Porque solo la operación militar no salvará sus vidas”.
La muerte de los rehenes por fuego amigo llega después de que el primer ministro desoyera todos los llamamientos a negociar. No solo de las víctimas, sino también los de su propia Administración. El director del Mosad —el servicio de espionaje exterior—, David Barnea, se ofreció el pasado miércoles para volver a Qatar e intentar retomar las negociaciones para nuevas liberaciones de rehenes, según la prensa israelí. La respuesta del primer ministro fue la de rechazar el planteamiento de una nueva oferta de intercambio argumentando que los cuadros de Hamás en Gaza han perdido el contacto con Ismail Haniye y el resto de líderes de la organización instalados en ese país del Golfo Pérsico.
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Pero pese a la presión de las familias, el sábado, en un discurso televisado, Netanyahu siguió con su retórica belicista habitual refiriéndose a la guerra como un activo de cara a unas posibles conversaciones. “Sin la presión militar no habríamos logrado la liberación de 110 rehenes”, dijo. “Solo con presión militar continua conseguiremos la liberación de todos. Mi orden al equipo de negociación está basada en esta presión sin la que no obtendremos nada”. Sin embargo, según la prensa israelí y estadounidense, Barnea, esta vez sí, ha viajado a Oslo para encontrarse con los negociadores cataríes y explorar una salida. También ha conversado con su homólogo del servicio secreto egipcio con el mismo objetivo.
Con las conversaciones ya abiertas, tanto Israel como Hamás están dispuestos a llegar a un acuerdo, aunque ambas partes no coinciden en como alcanzarlo, según Reuters, que cita a dos fuentes de la seguridad de Egipto. Según esas mismas fuentes, Hamás insiste en fijar unilateralmente la lista de secuestrados a liberar y exige la retirada de las fuerzas israelíes. Israel, por su parte, acepta que Hamás sea quien establezca los nombres, pero reclama conocerlos antes de establecer el momento y la duración de la tregua y rechaza la retirada que plantea la organización islamista.
Cambio de postura
Pero la presión actual sobre Netanyahu no viene solo de su propio país. Dos de sus principales defensores en Europa, el Reino Unido y Alemania, han modificado su postura sobre el conflicto abandonando su posición contraria a una tregua para pasar a reclamarla, aunque con matices. El ministro de Exteriores británico, David Cameron, y su homóloga alemana, Annalena Baerbock han publicado este domingo un artículo en The Sunday Times en el que piden “un alto el fuego sostenible” en Gaza. La propuesta supone un cambio de posicionamiento ya que, hasta ahora, ambos gobiernos defendían únicamente “pausas humanitarias”. También reclaman a Israel que respete el derecho internacional humanitario. “Han muerto demasiados civiles”, sostienen.
Por su parte, el secretario de Defensa de EE UU, Lloyd Austin, ha anunciado una nueva visita a Israel y otros países de la región. El objetivo de su viaje, según fuentes del Ejecutivo de Washington citadas por The New York Times, es convencer a Netanyahu para que abandone su campaña aérea y terrestre a gran escala en Gaza. La Administración Biden quiere persuadir a Israel para que dé el paso a una nueva fase del conflicto en la que fuerzas de élite hagan incursiones puntuales en la Franja para combatir a los dirigentes de Hamás de manera quirúrgica y selectiva evitando, el enorme coste de víctimas civiles registrado hasta ahora.
Pero quien más ha elevado el tono es Francia, que ha condenado el bombardeo israelí del miércoles sobre un edificio residencial de Rafah, al sur de la Franja, que causó la muerte de un trabajador de su Ministerio de Exteriores. El Gobierno de Emmanuel Macron ha reclamado a Israel una explicación “en el menor tiempo posible” sobre el ataque. La titular del departamento, Catherine Colonna, se ha reunido este domingo con su homólogo israelí Eli Cohen, ante quien ha defendido “una nueva tregua inmediata y duradera”. “Han muerto demasiados civiles”, ha asegurado Colonna. Cohen, por su parte, ha replicado que un alto el fuego sería “un error y un regalo para Hamás”.
Saqueo de camiones
Mientras, la situación en Gaza sigue deteriorándose a marchas forzadas. La falta de los suministros más básicos ha conducido a sus habitantes a una situación desesperada. Decenas de palestinos han asaltado este domingo algunos de los camiones cargados de ayuda humanitaria que han entrado en la Franja a través del paso de Rafah, fronterizo con Egipto. Durante la madrugada, prosiguieron los bombardeos israelíes causando la muerte de al menos 40 personas en el campo de refugiados de Yabalia, en el norte, y en el de Deir al Balah, según las autoridades de la Franja.
El ejército ha asegurado que ha tomado el control de la ciudad de Jan Yunis y ha pedido a sus habitantes que se desplacen hacia el oeste al considerarla una zona de combate. Además de la ayuda que entra por Rafah, el Gobierno israelí ha abierto el paso de Kerem Shalom para permitir el acceso de más camiones. Hasta ahora, ese puesto israelí solo se utilizaba para inspeccionar los suministros, pero los vehículos tenían que volver después a Egipto para entrar desde allí, lo que generaba un enorme colapso.
Las Fuerzas de Defensa Israelíes han asegurado, además, que han descubierto el mayor túnel construido por la organización en la Franja. Desde su entrada, a solo 400 metros de Erez, el principal paso de personas entre Gaza e Israel, se extiende por unos cuatro kilómetros bajo tierra, según ha publicado la cuenta en X (antiguo Twitter) del ejército. Según el servicio de prensa, la galería subterránea fue un proyecto de Mohamed Sinwar, hermano del líder de Hamás en ese territorio y al que Israel señala como cerebro de los ataques del 7 de octubre.
La violencia también ha afectado este domingo a Cisjordania, donde cinco personas han muerto en un ataque israelí con drones en el campo de refugiados de Nur Shams, en Tulkarem, al norte de ese territorio, donde se han producido decenas de incursiones israelíes desde los ataques de Hamás del 7 de octubre. El bombardeo eleva la cifra de muertos en incidentes violentos con el ejército en la zona controlada por la Autoridad Nacional Palestina a 500 en lo que va de año, la cifra más alta desde 2002, con la Segunda Intifada.
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